Hoy entrego mis signos, mis letras y mis sueños. Te doy mi instinto y mi corazón en vuelo. Concedo mi voz a la elipsis de la lírica, al espacio y al verso. Letras libres y empapadas. Mana púrpura que proviene de las almas que se gestan por todos lados, que te llaman desde todas direcciones, que te sueñan al soñarlas y crean... Mi imaginación, surca el infinito ávida y sin miedo cuando escucho al silencio profesar con vehemencia sus mil versos, y perpetúa la musa y se asoma el níveo a través de las rendijas, de mis huecos, de mis nidos. Recuerda el silencio su propio sonido, recuerda la calma su tormenta y borrasca, recuerda el resplandor su sombra que ruge y se escapa presente en mis manos que arrojan la espada y toman la péndola solo para renacer entre abismos y tinieblas donde viven mis letras; rasgadas, sedientas, salvajes y expectantes como ave que se arroja con sus alas nacientes y su tiempo aun silente. Ya no cargo un mandato, una consigna o un duelo. Ahora escribo por entregarme a mí mismo, a veces lo hago necesitando, a veces llorando, a veces sonriendo, a veces gritando, a veces buscando, a veces volando y otras veces cayendo al instante escribo existiendo; En ti, en mí, en mil versos.
Todas esas sombras que permanecen en mi saliente y esas estaciones ufanas y oscuras que dejaron cantos que aceleran mi corriente. Todo eso que fui; es ahora el costado de mi faz, el motivo de mis alas, el entrever de mi mirada, mi dogma, mi sentido y mi verdad. Solo así intercambié mi antifaz en un trueque por mil versos que ahora hablan.
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